Ni tan light, ni tan pacífico
Con más susto que gozo, acaba de terminar un gran negocio del ocio, que como siempre con un pretexto religioso, ofreció a la ciudad varios días para andar de desmadroso. Ja ja.
Resulta una pena, que para nadie en la región haya sido una sorpresa lo gris, frío y desanimado que estuvo el pasado Carnaval de Mazatlán. Aunque siendo sinceros, es lógico, era obvio de esperarse, después de tanta violencia y matazón sin razón. Es triste que ahora la gente no se sienta segura para salir, no sólo a festejar la fiesta más grande del pueblo mazatleco, sino que no se sienta segura para salir a hacer su vida normal, o lo que fuera, que antes se podía hacer y ahora, no tanto.
Producto de esas nuevas enfermedades colectivas que llamamos terrorismo y embarrados de una pegajosa paranoia, el caos se hizo esperar, como invitado de lujo, hasta el final, hasta el martes de carnaval. Ya para cuando casi nadie esperaba disturbio alguno, la psicosis se apoderó de los presentes, haciéndoles correr desesperados por salvar sus vidas, debido a una supuesta balacera sucitada dentro de los mismos festejos carnavaleros. Horas después se desmintió el rumor, declarando el gobierno municipal oficialmente, a través de los medios, que los provocadores de tremendo caos fue gente del partido opositor, argumentando motivos políticos ¿ ?
¡Qué mal pedo!
Cierto es que de unos meses para acá, el puerto ya no es el mismo. Se respira otra atmósfera, se ven otros semblantes.
Los ritmos de la tambora repiten el murmuro atónito de una sociedad amedrentada, mientras las tarolas se confunden entre sonidos de r-15 y ak-47, la armonía de los clarinetes y las trompetas son silenciadas por las sirenas de las ambulancias y las patrullas.