jueves, marzo 22, 2007

Pulsar

Oh, ¡bella dama vestida de fortuna y buenaventura! Hoy el autor no encuentra palabras, ni monosílabas, ni signo alguno que demuestra con fidelidad (ni cerca) la sublime sensación que le representa el simple hecho de encontrarse nuevamente frente a tu majestuosa presencia.
Siempre te ha tenido, siempre has estado allí, siempre te encuentras junto a el, a veces descansan de la marchitante monotonía de mierda castrante, nunca escapas, nunca desapareces, nunca dejas de latir al ritmo del fuerte oleaje del que son producto.
Eres la estrella que da luz y energía al oscuro diario andar del estratoznaútico autor; sus palabras no alcanzan a llegar donde tu estás, viajera poseedora de su maldito bienestar.
Oscilas entre las tiempos del ardiente limbo y los lejanos campos elíseos, titilando señales incodificables en híbridas claves perfectamente comprendibles para el que te manda respuestas igual de æfectivas y se acredita la autoria de esta sarta de líneas impregnadas de insana literatura.
Desintegrante radiación emerge del halo restante a tu intenso paso, capaz de destruir galaxias infinitas, morir calzinado, putrefacto hecho pedazos, no es problema alguno, pues eres exquizita potencia cataliazadora de incisivo aumento en su sexual factor de estelar satisfacción.
Verte brillar siempre quisiera, aunque en el intento de pronto muriera.