Dame la muerte chiquita
La verdad es que no hay temporada en el año que más le parezca fascinante al autor que ésta, los días entre que pasa el Jalogüin gringo y el ancestral Día de Muertos.
Todo el ambiente se torna más tenebroso, el clima empieza a cambiar, las noches ahora consumen el día desde temprano, la sensación fatalista nos invade, la televisión y su estúpida publicidad nos recuerdan que nuestros días están contados y si pretendemos salvarnos, tenemos que pagar en dólares para hacerlo.
Pero aquí estás tú, infinitamente tú, frente de mí; lo demás no me importa. Mis días y los tuyos se han cruzado por los mismos senderos de intensa realidad, eso me llena de vida, en plena temporada de muertos.
El sepulturero autor sabe que en ocasiones se comporta como un demonio y que a veces hace que todo se vuelva un infierno. La verdad es que tu tienes el sublime don de exorcizarle cuando más trastornado se encuentra, conoces el difícil arte de dominar sus demonios personales, sabes como calmar esos monstruos cuando es necesario, la sabes hacer, y lo haces también muy bien.
Al autor le gustan mucho estos días de tétrica ambientación, pero le gustan más estos días ambientados de tu tétrica compañía, que de no haber sido así, ya se le estaría conmemorando para en estas fechas, porque tu le has dado la muerte chiquita.
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