Densas nubes cargadas de napalm
Antes de comenzar con lo que tenga que ser, el devastado autor ofrece unas sinceras humildes disculpas por pasarse a ausentar tanto tiempo.
En ocasiones, muchas ocasiones, el constante enfrentamiento con los fantasmas del pasado suele atormentarnos de una manera desquiciante el propio incierto y decadente presente.
Resulta verdaderamente angustiante mantener este diario andar por los caminos de la 3ra roca flotante (graciosamente oxigenada) cuando mantenemos vivos, por tan prolongados espacios temporales, esos nunca exorcizados fantasmas con los que luchamos inevitablemente hasta en la subconciencia, dejándonos psicoplégicos, para así, de nueva cuenta, continuar la permanente tortura que significa el regresar a la patética realidad en la que nos encontramos encharcados.
Es discapacitante para el propio ánima soportar tanto y tanto peso sobre esas espaldas, tanto y tanto tiempo que tarde o temprano, sin saber que es lo que ocurra primero, esas densas y oscuras nubes cargadas hasta la madre de corrosivo napalm, terminarán por estallar la ácida tormenta, con la que consecuentemente, explotará el cáustico, azufroso polvorín sobre el que se encuentra cínicamente parado. Arransando así, con lo que tenga que se tenga que arrasar.
Tal pareces no ignorarlo, ni temerle, y lo que es quizás sea más peligroso, tal pareces no tener conciencia del hecho; hazlo, por lo menos, no por ti, porque seguro que tu eres la última persona por la que te interesas, hazlo por los cercanos a tí. Estás lejos de saber todo lo significante que puedes llegar a ser para algunos de ellos.
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