Boicot en contra
Rodando por los típicos espacios personales de las demás entes terrenales, por los fatídicos encuentros infructuosos con los que a diario tiene que lidiar, el frenético autor indiscutiblemente se encuentra cansado.
El pulsante dolor que percibe en el tope de la cabeza puede ser comparado con estruendoso estallido de un volcán en vil erupción. Con la espalda echa añicos, desgastada, machacada de tanto cargar con presiones inexistentes que a largo plazo, el peso de las mismas terminará por aplastarle. Los brazos molidos, a punto de tronar con todo y huesos huecos de fe y esperanza, de piernas trabadas de tanto andar, de tanto andar por la estrujante existencia que le place con todo el disgusto con el que a cualquier sujeto de su envergadura pudiera merecerle.
Su cuerpo está convertido en una tripa de chorizo verde de Toluca, a punto de ser vertido a la cobriza cazuela con aceite hirviendo, para ser devorado en tacos hechos del maíz sembrado en los campos de la envidia y el egoísmo. Véanle, siéntanle. Nuestro autor se encuentra devastado físicamente.
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